8/6/25
El arte de hacer guayaberas en el istmo
El arte de hacer guayaberas en el istmo

El arte de hacer guayaberas desde el Istmo
Roselia Chaca
Juchitán, Oaxaca.- Una plancha azul es la extensión de la mano de Jhonatán, un joven diseñador del barrio de Cheguigo en Juchitán, que utiliza la plancha como herramienta en la elaboración de las tradicionales guayaberas, esa prenda de vestir que hizo un gran recorrido en el tiempo, desde el Caribe hasta el Istmo de Tehuantepec, para instalarse como uno de los principales elementos del vestir en las fiestas patronales de los istmeños.
Desde Juchitán
Con una formación de diseñador textil, Jhonatán realizó un estudio de mercado para identificar que las prendas que se venden en el istmo se elaboran en Mérida, los Valles de Oaxaca, Villahermosa, Veracruz, Chiapas y China, lo que abrió la posibilidad de un nuevo mercado completamente artesanal.
“Investigué que todas las guayaberas no se confeccionan en la región, no porque no existan personas capaces, en mucho por la complejidad en su elaboración y lo costoso.
Esto me llevó a explorar el mercado local con mis conocimientos en diseño y mi experiencia trabajando para empresas que maquilan para tiendas departamentales. La mayoría de las guayaberas que se venden en la región son industriales, de maquila, no artesanales.”
En Juchitán nadie más elabora guayaberas de manera artesanal, lo que lleva a Jonatán a personalizarlas en lino y algodón, desde el diseño cubano hasta las estilizadas con figuras coloridas. En más de un año ha elaborado bajo su marca, Gubidxa Diseños Mx, 100 guayaberas para sus clientes de toda la región, principalmente para ser utilizadas en velas.
Anatomía de una prenda
Lo primero que Jonatán explica de la estructura de la prenda es que está compuesta de entre 12 a 15 piezas, dependiendo del modelo, lo que la hace compleja, es una prenda que requiere paciencia y precisión.
Comienza con la idea del cliente y el dibujo en computadora, para luego pasar a los patrones, éstos los lleva a un pliego de papel, donde dibuja y traduce las medidas en trazos, logrando un molde, sobre ese molde corta todas piezas que une sobre un maniquí, pero por cada unión, la plancha está trabajando hasta lograr pliegues fijos, por último la máquina hace la magia de cosido.
Todo el proceso le lleva a Jhonatán una semana, un poco más si en los diseños participa una bordadora o una diseñadora industrial.
Vocación
Jhonatán López López viene de una tradición familiar dedicada al diseño, su abuelo fue sastre, su tía es diseñadora en fábricas de uniformes, así que no fue sorpresivo para su familia que se dedicada al diseño textil, es más, recuerda que de niño jugaba con sus vecinas a crear diseño de ropa para las muñecas.
“De niño me llamó la atención. Con mis amiguitas íbamos con las costureras a comprar retazos de telas para hacerles los vestidos y camisas a las muñecas. En la secundaria fui el primero que aceptaron en el taller de costura, porque era exclusivamente para mujeres. Después de la secundaria me fui a la Ciudad de México a estudiar diseño textil, así que el diseño es mi vocación.”
Después de concluir la carrera de Diseño Industrial en Patrones, inmediatamente fue colocado en la empresa Ferrioni, donde comenzó pegando botones hasta convertirse en uno de sus diseñadores, pero la pandemia del Covid 19 cambió todo, el recorte le tocó y eso lo motivó a crear su propia marca, trabajando el diseño mexicano de la mano de bordadoras del istmo.
Origen de la guayabera
De acuerdo a los estudios que existen, fotografías y documentos periodísticos, la guayabera surgió en Cuba, en Sancti Spíritus en el siglo XVIII, cuando a un campesino su esposa le creó una camisa con cuatro bolsas que le ayudaron a colocar objetos pequeños durante su jornada, otras fuentes aseguran que fue en Filipinas, lo que sí está documentado es su llegada a Yucatán debido al trato comercial con Cuba, para luego extenderse a Veracruz, y en la administración del Presidente Luis Echeverría, fue la prenda preferida para asistir a actos públicos y reforzar el nacionalismo.
En el istmo se hicieron populares por su elegancia y se adoptaron como prenda obligatoria para los hombres en las tradicionales velas.